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domingo, 10 de febrero de 2013

NUESTRA VULVA

Una supuesta “envidia de pene”, los dulces orígenes de la luna de miel, secretos superpoderes…



by Amanda

Nuestra vulva siempre ha sido un foco alrededor del que se han generado muchísimas simbologías e interpretaciones. Desde la adoración hasta la negación, la historia de los genitales externos femeninos es extensa. Porque sí, tienen historia propia, una historia poco explorada pero que cada vez suscita más interés, y no es para menos ya que resulta apasionante y aleccionadora.

by Amanda

Sobre todo no perdamos de vista lo dicho: la vulva es la parte externa de los genitales femeninos, compuesta entre otras partes por los llamados labios menores, labios mayores y el fantástico clítoris que asoma en su capuchón con sus miles de fibras nerviosas aportando además gran sensibilidad en los mencionados labios y alrededor de estos con sus raíces. Aquí no tienen nada que ver la vagina, el útero u otras partes internas de las que estamos más acostumbradas a hablar y escuchar.
La vulva es esa parte que, reconozcámoslo, muchas veces es desconocida incluso por las poseedoras de una y, aunque triste, no es de extrañar. Recordemos que en el psicoanálisis freudiano ya se nos negó de pleno su existencia: frente al pene las niñas no tenían “nada”, un vacío que las impulsaba a tener la archiconocida “envidia del pene”. En el uso del vocabulario actual podemos entrever otra especie negación; lo que es propiamente la vulva prácticamente no es nombrada, y ni siquiera hay un estándar aceptado comunitariamente al que las niñas, a diferencia de los niños, puedan recurrir para nombrarla. Si la mencionan es con nombres tiernos y particulares, y esta falta de consenso implícito dificulta que las niñas, futuras mujeres, se planteen hablar de ello (fijémonos, sin embargo, que sí hablamos con cierta libertad de penes). Ya se sabe: aquello que no es nombrado no existe. En mujeres adultas hay estudios que afirman que lo más usado para referirse a esta parte del cuerpo es “ahí abajo”. Y resulta curioso que un nombre que utilizamos para nombrarla erróneamente sea la palabra “vagina”, ya que etimológicamente remite al pene: vagina viene de “vaina” en referencia a la vaina que envuelve la espada, y de esta forma se ligó su existencia en el lenguaje en relación a lo masculino negándole autonomía. Otra manera de menospreciar la vulva está en el imaginario popular: las relaciones sexuales “completas” suelen considerarse aquellas en las que ha habido penetración, es decir, se ha hecho uso de la vagina cuando nuestros genitales no son solo “internos”, como nos enseñan en el instituto, sino que también tenemos esta importantísima parte externa.
Pero no todo son atribuciones negacionistas. Al sur de la India se creía que una mujer podía aplacar unatormenta enseñando su sexo. Incluso en la Grecia clásica Plinio afirmaba que los torbellinos y relámpagos se aquietaban ante la visión de una mujer desnuda y hay un dicho catalán que dice “la mar es posa bona si veu el cony d’una dona” (el mar se calma cuando ve el coño de una mujer). Una leyenda rusa explica que una muchacha ahuyentó a un oso que se había escapado del bosque levantando sus faldas. No son pocas las creencias, leyendas y mitologías que creen que la exhibición de la vulva aleja la desgracia y aplaca los elementos.
En otras culturas, la vulva era y sigue siendo objeto de adoración. En la India se adora al yoni (la palabra que más se acerca a la definición de yoni sería coño) como símbolo de la diosa Kali, diosa asociada a la destrucción de la maldad, la anarquía y la sexualidad desenfrenada, habiendo esculturas y pinturas que representan a Kali tumbada, con las piernas abiertas y rodillas flexionadas mostrando su vulva, algo que puede chocarnos a nosotras, que vivimos en una sociedad cuya religión mayoritaria hace énfasis en la pureza y el pudor de las imágenes femeninas. Además, en el mismo país existe la tradición de untar la vulva de la mujer con mieldespués del matrimonio y previamente a las relaciones sexuales para que el hombre la admire y lama: de aquí viene la expresión “luna de miel”.
También hay otro caso de admiración de la vulva en Bolivia, donde los sirionó, para valorar la belleza femenina, tienen en cuenta la apariencia de sus genitales, siendo mejor vistos aquellos que son prominentes. Y en la Polinesia, la cultura mangaiana no sólo aprecia los pubis prominentes, sino que tienen un amplio vocabulario para referirse a partes de la vulva que nosotros no tenemos y muchísimos sinónimos para el clítoris, las formas que tiene y el grado de erección que presenta.
Volviendo a nuestra cultura, por supuesto que encontramos connotaciones positivas alrededor de la vulva. Y es que la vulva para mucha gente es tremendamente erótica, fuente de inspiración artística (mirad el Mobile Female Monument de Mimosa Pale) y, por supuesto es una reconocida fuente de placer más allá de la vagina.
Pero esto tiene también contrapartidas: para otras personas, desgraciadamente, resulta repulsiva, ¿quién no se ha encontrado o ha sabido de alguien que aborrecía el sexo oral con una mujer? Y no olvidemos los mensajes mediáticos acerca de la “higiene íntima femenina” que nos hacen pensar en la vulva como algo sucio y sin embargo no mencionan la “higiene íntima masculina”. Pero las contradicciones no terminan aquí. Podemos encontrar fácilmente imágenes de vulvas en revistas de quioscos y asociarse así al sexo, la pornografía e incluso la sumisión, mientras que en otro contexto la imagen de una puede ser evocadora de fuente de vida, siendo una imagen no desagradable en el momento del parto.
Como vemos, son muchos los mensajes contradictorios que se nos emiten acerca de la vulva y muchas veces no sabemos qué pensar o qué decir (si decidimos decir) sobre ella. Así que, chicas, reflexionemos al respecto y hagamos más nuestro lo que ya lo es: nuestra vulva.
No puedo despedirme sin dejar de recomendaros dos libros que cambiaron mi visión de la vulva y que han sido fuente de inspiración y datos para este artículo: Vulva de Mithu M. Sanyal (Tusquets) e Historia de la vagina de Catherine Blackledge (Ediciones Península).
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